En algunos momentos de nuestras vidas, las necesidades internas se desajustan con los ritmos externos que se supone debemos seguir.
Digo "ritmos", pero podría decir normas, reglas, mandatos, deberes.
Y digo "externos" porque al principio de nuestros principios, esas reglas no estaban ahí, pero hubo un día en que empezamos a escuchar "eso no se hace", "eso no se toca", "compórtate como es debido", "tienes que hacerlo de este modo" "debes ser de esta otra manera"...
aprendimos todos esos "debería y tendría qué" y acabamos por interiorzarlos, haciéndolos propios. Por eso, años después, ya no necesitamos que nadie venga a señalarnos qué es lo correcto y esperable según qué situación, ya que hemos incorporado nuestro propio juez o jueza.
Aunque a veces, este juez o jueza se hace demasiado extricto...
Y cuando me siento cansada, desmotivada o enferma, me señala los mismos rígidos esquemas por los que mi vida debe regirse. Debo seguir al mismo ritmo, sin detenerme a escuchar si mi cuerpo puede seguir esa velocidad que mi "mente" pretende marcar.
Entonces es cuando mis necesidades y deseos internos se desajustan con los ritmos externos que me digo que debería seguir.
Digo "ritmos", pero podría decir normas, reglas, mandatos, deberes.
Y digo "externos" porque al principio de nuestros principios, esas reglas no estaban ahí, pero hubo un día en que empezamos a escuchar "eso no se hace", "eso no se toca", "compórtate como es debido", "tienes que hacerlo de este modo" "debes ser de esta otra manera"...
aprendimos todos esos "debería y tendría qué" y acabamos por interiorzarlos, haciéndolos propios. Por eso, años después, ya no necesitamos que nadie venga a señalarnos qué es lo correcto y esperable según qué situación, ya que hemos incorporado nuestro propio juez o jueza.
Aunque a veces, este juez o jueza se hace demasiado extricto...
Y cuando me siento cansada, desmotivada o enferma, me señala los mismos rígidos esquemas por los que mi vida debe regirse. Debo seguir al mismo ritmo, sin detenerme a escuchar si mi cuerpo puede seguir esa velocidad que mi "mente" pretende marcar.
Entonces es cuando mis necesidades y deseos internos se desajustan con los ritmos externos que me digo que debería seguir.
Hoy estoy aprendiendo a vivir desde un nuevo lugar en el que el sosiego y el respeto por los ritmos biológicos me descubre una vida más vivible, disfrutable y satisfactoria.
Mi gran amiga de la vida Beiby, me contó (de esa manera secreta y loca que usa ella para enseñarme las cosas), que el Suma Qamaña es uno de los principios ético-morales de la constitución Boliviana.
Buen vivir y buen convivir. En equilibrio y armonía con una o uno mismo y con todas las formas de existencia.
La buena vida.